Cristóbal Colón nació en Génova, de donde todo inició, en 1451. Es el primero de muchos italianos, provenientes especialmente de Génova y Liguria, que han escrito páginas de historia mundial en este país.
Fue amigo del primer Obispo residente de Santo Domingo, Alessandro Geraldini, quien lo apoyó ayudándolo a cumplir su deseo de descubrir una nueva forma de comunicación mundial a través del océano.
El Almirante genovés, hombre entre dos mundos, es sin duda una figura histórica sin la cual no existiera el Descubrimiento del Nuevo Mundo ni el inicio de la Edad Moderna.
Colón desarrolló su proyecto de “buscar el Levante por el Poniente”: un erudito italiano de Florentia, Paolo Toscanelli, lo convenció de que la Tierra era redonda, una bola para circunnavegar, y comenzando hacia el Oeste realmente se podía llegar al Este. Aprovechará los vientos alisios, vientos misteriosos que siempre soplan de Este a Oeste: los conocía y supo domarlos.
El 3 de agosto de 1492, las míticas carabelas Pinta, Niña y Santa María salieron de Palos para realizar su primer viaje, y el 12 de octubre de 1492 el Nuevo Mundo finalmente se materializó, con la aparición de una isla en el archipiélago centroamericano de las Bahamas, que el Almirante rebautizó San Salvador.
A partir de ese momento se empezaron también a descubrir nuevos pueblos, nuevas culturas y una naturaleza muy diferente de la del Viejo Mundo, y la historia cambió para siempre.
Cuatro años más tarde, en 1496, Santo Domingo ya había asumido el papel de primer centro urbano de América y se convirtió en la piedra angular del naciente sistema.